Los datos son claros: según la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen 17,9 millones de fallecimientos relacionados con enfermedades cardiovasculares, lo que supone un 31% de las muertes totales en todo el mundo. Ataques al corazón e ictus, además, suponen el 85% de todas ellas. No es de extrañar, por tanto, que, como os venimos contando desde hace tiempo en Zinkinn, las investigaciones en torno a nuevas cirugías y dispositivos capaces de ofrecer una mejor recuperación de los accidentes cardiovasculares sean una de las prioridades de la comunidad médica.
Sin embargo, como ocurre en otros tantos campos, la prevención se ha convertido en una de las medidas más invocadas por los diferentes expertos internacionales. Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Harvard T. H. Chan School of Public Health de Boston (EE.UU.), ha vuelto a poner el foco en las medidas de prevención como forma de evitar millones de muertes prematuras asociadas con las enfermedades cardiacas, medidas que, según el estudio, podrían ayudar a alargar la vida de 94 millones de personas.
Empleando bases de datos sobre los niveles de presión sanguínea, así como del consumo de sal y grasas trans en poblaciones de diferentes países (a las que accedieron gracias a encuestas públicas de salud y estimaciones nacionales), el equipo de investigadores confirmó la necesidad y los efectos beneficiosos de tres medidas “muy conocidas” de cara a prevenir enfermedades cardiacas.
Por un lado, el estudio liderado por Goodarz Danaei, profesor asociado de salud global de la Harvard T. H. Chan, plantea que aumentando el alcance de los tratamientos para la presión sanguínea alta a un 70% de la población mundial podría salvar, aproximadamente, la vida de 39,4 millones de personas. Además, la segunda medida, reducir el consumo de sal podría prevenir un 30% de las muertes (40 millones), así como reducir los niveles de presión sanguínea.
Como vemos, el factor presión sanguínea es el centro de estas medidas, a la que se suma evitar en la medida de lo posible el consumo de grasas trans, presentes sobre todo en la comida rápida y que, como bien sabemos, puede poner en peligro la salud vascular. Con esta tercera acción se podrían salvar las vidas de 14,8 millones de personas, según el estudio.
No obstante, Danaei y su equipo ponen el acento en la necesidad de políticas sanitarias globales capaces de poner en marcha planes cuyo objetivo sea cumplir con estas tres formas de prevención. “Hablamos de metas realistas que han demostrado ser factibles a pequeña escala. Necesitamos el compromiso suficiente como para aumentar esa escala y poder alcanzar esos objetivos a nivel global.” ha declarado Danaei.