Si te preguntasen por el aparato eléctrico del cuerpo, lo más probable es que, aparte de esos ocasionales calambrazos que te dan cuando pasas cerca de otra persona, lo primero en lo que pienses sea en el sistema nervioso. Hasta ahora era la parte de nuestro cuerpo que más asociábamos a un sofisticado y preciso cableado de alta tensión. Sin embargo, al circuito de neuronas y sinapsis le ha salido unas compañeras inesperadas en lo que a producir electricidad se refiere: las bacterias.
Un estudio de la Universidad de California recientemente publicado en la revista “Nature” ha descubierto que, aunque ya conocíamos de la existencia de las llamadas “bacterias electrogénicas” (aquellas capaces de generar cierta cantidad de electricidad) en la naturaleza, también existen dentro de nuestro propio cuerpo. Concretamente, en los intestinos.
Entre las afortunadas, según el profesor Dan Portnoy, director de la investigación, se incluyen desde bacterias de tipo patogénico capaces de provocar enfermedades (como la Listeria monocytogenes o la Clostridium perfingens) a bacterias probióticas que trabajan por la salud intestinal, como la Lactobacilli. Gracias a esta nueva característica de las bacterias detectadas como electrogenéticas es posible enfocar el estudio de las infecciones y la salud intestinal de un modo mucho más amplio y novedoso.
Y, por supuesto, también para eso que estás pensando. Porque, mucho antes de saber que nuestro cuerpo también alberga este tipo de organismos, las investigaciones sobre las posibilidades que ofrecen a la hora de generar combustible 100% ecológico y eficaz ya habían comenzado, poniendo el foco en aquellas presentes en sedimentos o concentraciones acuíferas.
Según afirma el profesor Portnoy, dichas bacterias generan la carga eléctrica como parte de su metabolismo, en un proceso que podríamos equiparar al de la respiración.
“Al parecer la estructura de las células electrogénicas presentes en la naturaleza y el entorno rico en vitaminas donde se encuentran hacen más fácil y eficiente el no transferir electrones fuera de la célula. Esto es fundamental para su supervivencia, mientras que en el caso de las presentes en nuestro cuerpo parece ser que llevan a cabo este proceso porque, simplemente, es mucho más fácil que realizarlo del otro modo.”
Así, vistas las posibilidades que abre tanto en materia de salud como de energía, no cabe la menor duda de que nos encontramos ante un descubrimiento de lo más electrizante.