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Regeneran por primera vez tejido orgánico sin necesidad de injertos

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Somos como lagartijas. O, por lo menos, nos parecemos. Suena extraño pero, ¿no es cierto que cada vez que nos cortamos con el cuchillo del desayuno o nos araña el gatos a los pocos días apenas queda rastro de la herida? Sin esta maravillosa capacidad del cuerpo humano para regenerar la piel no hubiésemos durado gran cosa como especie. No obstante, cuando las lesiones son más graves y/o extensas, los mecanismos de reparación no suelen actuar con la misma eficacia, derivando en muchos casos en la imposibilidad de cicatrización de la herida. Es en esas situaciones cuando los profesionales sanitarios recurren a los injertos de piel, un proceso empleado en grandes quemados o incluso en secuelas derivadas de patologías como la diabetes o el cáncer de piel.

El principal problema de los injertos suele radicar en cómo va a asimilarlo el cuerpo, enfrentándonos en buena parte de los casos a una alta probabilidad de rechazo. Un problema que puede cambiar para siempre gracias a la investigación del español Juan Carlos Izpisúa, del Instituto Salk de Estados Unidos, quien ha logrado desarrollar una técnica para convertir las células de una herida abierta en nuevas células de piel. O lo que es lo mismo: lograr la primera regeneración completa de un tejido lesionado de forma grave y, en principio, con cero posibilidades de ser curado por el propio cuerpo.


 

El trabajo, publicado en la prestigiosa revista Nature, explica cómo, de momento, el hallazgo se ha hecho efectivo por el momento en ratones, donde se ha conseguido regenerar su piel gracias a la reprogramación celular, convirtiéndose en la primera creación de tejido completo en el interior de un organismo y sin necesidad de trasplante externo.

Durante el estudio, los investigadores observaron cómo los queratinocitos bases, células que migran a las heridas desde el tejido adyacente para promover su curación, son fundamentales a la hora de curar heridas de carácter menor. Una vez conocido esto, tan sólo tuvieron que recurrir a la reprogramación celular para convertir a las células mesenquimales, presentes en todo tipo de heridas, en queratinocitos, logrando que poco a poco fueran generando piel hasta curar la herida del todo.

A pesar de encontrarse aún en fase de experimentación, los resultados obtenidos durante la investigación suponen todo un hito en el mundo de la medicina, un método que, de optimizarse, aseguran los investigadores, podrá abrir nuevas posibilidades a la hora de regenerar también órganos del cuerpo humano.