El diagnóstico del cáncer de mama ha mejorado exponencialmente en los últimos años, principalmente gracias a la detección precoz y el poder prevenir su extensión a otras partes del cuerpo. Según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer, en 2018 se detectaron 32.825 nuevos casos en nuestro país, lo que supone un incremento del 30% con respecto a 2012. Sin embargo, gracias a los continuos estudios e investigaciones que se realizan tanto a nivel nacional como internacional, cada vez sabemos más sobre la enfermedad, encontrando nuevas y prometedoras vías para tratarla.
Una de las investigaciones más recientes ha tenido lugar en la Universidad de Virginia (EE.UU.) y, como tantos estudios recientes en otros campos de la salud, señala a la flora intestinal como un factor determinante a la hora de analizar la evolución de la enfermedad en el organismo.
Liderado por Melanie Rutkowski, doctora del departamento de Microbiología, Inmunología y Cáncer de la citada universidad, el estudio, publicado en la revista Cancer Research, parte de otro de los factores a tener muy en cuenta en la propagación de los cánceres mamarios: el estado de la hormona receptora. En el caso de los cánceres de mama de hormona receptora positiva (vinculados a la mayoría de los casos), éstos se encuentran vinculados a los estrógenos o la progesterona y, a nivel general, suelen responder bien al tratamiento. Por su parte, los cánceres de hormona receptora negativa, suelen extenderse rápidamente.
No obstante, tras un estudio realizado en ratones por la doctora Rutkowski y su equipo, descubrieron cómo la flora bacteriana juega un papel igual de importante en la propagación. Tras interrumpir con antibióticos el crecimiento natural de bacterias intestinales en ratones con cáncer de mama de hormona receptora positiva, procedieron a realizar un trasplante de microbiota fecal disbiótica, es decir, desequilibrada.
Melanie Rutkowski, doctora del departamento de Microbiología, Inmunología y Cáncer de la Universidad de
Virginia.
“Al interrumpir el equilibrio del microbioma en los ratones tratándolos continuamente con antibióticos, logramos producir una inflamación sistémica en el tejido mamario.”, ha afirmado Rutkowski. “En este entorno inflamado, las células tumorales estaban más capacitadas para diseminarse desde el tejido a la sangre y de ahí a los pulmones, un entorno muy propicio para la metástasis de este tipo de cáncer.”
Las conclusiones extraídas del estudio sugieren, pues, que un microbioma poco sano y sus efectos en el tejido, pueden considerarse señales con las que prevenir un cáncer invasivo o metastásico.
A su vez, la doctora también ha querido expresar su cautela a la hora de sacar conclusiones relacionadas con la administración de antibióticos en personas con cáncer de mama, así como a la hora de generalizar los resultados extrapolándolos de ratones a seres humanos. Para empezar, según apunta Rutkowski, la cantidad de antibióticos que debería tomar una persona para alcanzar las dosis suministradas a los ratones, es mucho mayor de la que suelen prescribir los profesionales sanitarios. Donde si ponen el centro de atención es en la conclusión sobre cómo mantener un microbioma saludable mediante una dieta rica en fibra, acompañada de ejercicio y un descanso adecuado, contribuye tanto a un mejor estado de salud en general como a una mejor previsión a largo plazo del cáncer de mama.