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Los músculos de tu infancia pueden determinar la función pulmonar de tu adultez

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¿Te falta resuello cuando sales a hacer running? ¿Pegas una carrera para pillar el bus y parece que hayas recorrido media maratón? Es posible que se deba a varios factores: fumar, falta de ejercicio físico, que sea demasiado temprano por la mañana para pegarse esos trotes… No obstante, es posible que exista un condicionante que determine nuestra función pulmonar, uno que se remonta a nuestra infancia.

Según un estudio encabezado por científicas del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), los niños y niñas con mayor masa muscular durante la infancia y adolescencia terminarán desarrollando una mejor función pulmonar.

Publicado en la revista “American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine”, el estudio partió de la base de que los resultados obtenidos en estudios previos sobre la relación entre mayor masa corporal y funciones pulmonares elevadas resultaban contradictorios. Según Judith García-Aymerich, co-autora del estudio y jefa del programa de Enfermedades No Transmisibles y Medio Ambiente de ISGlobal, dichos resultados “se podían atribuir al hecho de que la masa corporal total no tiene en cuenta cuál es la contribución del músculo y de la grasa a esta medida.”

De ahí la importancia del estudio, siendo el primero que tiene en cuenta el músculo y la grasa por separado a la hora de analizar su impacto en la función pulmonar.


 

Con 6.964 participantes procedentes de la cohorte de nacimiento del Reino Unido Avon Longitudinal Study of Parents and Children, el análisis se basó en la combinación de medidas corporales con otras obtenidas empleando absorciometría de rayos X de energía dual (DXA), con lo que se consigue distinguir el músculo de la grasa. A su vez, se procedió a la medición de la función pumonar en niños y niñas a los 8 y a los 15 años, analizando el crecimiento experimentado durante este periodo.

Las conclusiones obtenidas fueron claras: una mayor masa de músculo está asociada con mayores niveles y tasas de crecimiento de lo que conocemos como “Capacidad Vital Forzada” (CVF), siendo ésta la cantidad total de aire que una persona puede exhalar respirando lo más profundamente posible.

Además, un mayor nivel de grasa en niños y niñas se terminó asociando con niveles más bajos de VEF1/CVF. Esto es importante ya que se trata de la medida de la limitación del flujo de aire que normalmente se suele emplear para diagnosticar el asma y la EPOC.

Con los datos sobre la mesa, tanto García-Aymerich como Gabriela P. Peralta, primera autora del estudio y también investigadora del ISGlobal, tienen claro que la promoción de estilos de vida saludables son el camino para mejorar la función pulmonar y reducir la morbilidad respiratoria en adultos.