Seguro que conoces a más de uno o una que no se despierta ni aunque una banda de gaiteros esté tocando a los mismísimos pies de la cama en mitad de una mascletá. Son los llamados afortunados y afortunadas del sueño profundo, esa clase de persona de la que se dice que duermen como un bebé. Y, tras conocer uno de los últimos estudios de la revista “Pediatrics”, lo podemos decir con toda la razón.
Según un equipo de investigadores del Nationwide Children’s Hospital de Ohio (EE.UU), liderados por el doctor Mark Splaingard, director del Centro de Trastornos del Sueño del centro, los niños se muestran “notoriamente más resistentes” a despertarse como consecuencia de un sonido ya que disfrutan de un sueño mucho más profundo que los adultos. Y esto, claro, incluye el sonido de las alarmas de incendio, algo que puede llegar a preocupar (y con razón) a cualquier padre y madre.
El equipo de Splaingard reunió a 176 niños para su estudio, de quienes se analizó su capacidad para despertar tanto como consecuencia del sonido de una alarma tradicional como por el sonido de la voz de su madre. Y los resultados fueron tan contundentes como sorprendentes: nueve de cada de diez despertaron de manera casi inmediata cuando se empleó la grabación del sonido de sus progenitoras, mientras que tan sólo la mitad reaccionaron al pitido convencional de las alarmas.
Realizados en un laboratorio del sueño, las alarmas se activaron única y exclusivamente cuando los niños alcanzaron la fase más profunda del sueño. “El hecho de haber podido encontrar una alarma antiincendios que puede reducir la cantidad de tiempo que necesitan la mayoría de los niños de entre 5 y 12 años para despertar y salir de la habitación puede salvar vidas.”
Ahora, más allá de los curiosos resultados arrojados por el estudio, cabe preguntarse si, al igual que los niños, los adultos también contamos con resortes sonoros basados en la familiaridad capaces de alterar nuestro sueño de forma igual de contundente. Quien sabe: quizá en el futuro sea la voz del amor de nuestra vida o la de ese presentador que tanta gracia nos hace la que nos salve de un incendio en casa.
