Ya lo decía Aristóteles, el ser humano es un animal social al que le gusta agruparse en familia, comunidades, Estados y ahora en Redes Sociales, como Instagram o Facebook. Ecosistemas digitales donde se manejan palabras como like, follow o MD que en el plano físico y en el estudio neurocientífico se traducen en términos como serotonina, dopamina y oxitocina.
Quizá la serotonina y la dopamina suenen mucho más, pero ¿qué es la oxitocina? Hormona cuya segregación está relacionada con el placer, y ahora también con las RRSS.
La oxitocina, que durante años ha estado relacionada con los patrones sexuales y la conducta maternal, es una molécula orgánica pequeña que consta de sólo nueve aminoácidos. Se produce en el hipotálamo y se ha demostrado que también influye en que las personas se sientan más abiertas, sociales y con confianza; sentimientos que se elevan exponencialmente llegando a convertir al Sistema Nervioso Central en un auténtico festival del amor y de confianza cuando el sujeto en cuestión interactúa con otras personas en el mundo online.
Esta hormona de la que todo el mundo habla es la hormona encargada de la creación de los vínculos entre el ser humano, de la afectividad, la generosidad y la confianza; sentimientos que, desde un punto neurocientífico, han llamado la atención por cómo aumentan con el uso de las RRSS y las interacciones online con otras personas, generando un sentimiento de pertenencia y provocando cambios a nivel conductual, tales como una gran sensación de bienestar y empatía al ser segregada. Esta interesante reacción socio-conductual, no es para menos que llamase la atención de estudiosos, como el Doctor Paul J. Zak, neuroeconomista y profesor de la Universidad de Claremont.
Zak, realizó un estudio que consistía en analizar muestras de sangre de personas antes y después del uso de las redes sociales con el objetivo de comprobar si el cerebro reaccionaba de la misma forma cuando se relacionaban en el mundo offline u online.
¿Cuál fue el resultado de este estudio?
Mejor que el esperado. Con uno de los sujetos que se prestó como voluntario se comprobó que, después de 10 minutos interactuando por RRSS, los niveles de oxitocina aumentaban hasta un 13,2%. También, su cortisol, la hormona relacionada con el estrés, se redujo casi un 11%. Estos no son los únicos datos relevantes. Durante el estudio, también destacó el caso de un periodista cuyos niveles de oxitocina se dispararon hasta un 150% mientras escribía a su novia.
Estos resultados, junto con los conocimientos previos de la oxitocina, llevaron a afirmar que su liberación contribuye a sentirse mejor, producir más y aumentar la confianza.
Y es que está comprobado que las redes sociales y su uso hacen que las personas se sientan queridas, valoradas y pertenecientes a un grupo; provocando instantáneamente una reacción bioquímica en la misma zona donde se produce el placer y la felicidad que lleva a un estado de confianza, empatía y otros sentimientos que, en palabras de Zak, ayudan a construir una sociedad estable.
Unas sensaciones que con un mal uso de las RRSS pueden llegar a crear adicción, generando en ocasiones el efecto contrario como ansiedad o problemas de autoestima, por lo que es mejor buscar esta gratificación instantánea en un buen abrazo, una buena conversación o unas onzas de chocolate que aumentan de forma natural la oxitocina.