3,5 millones de personas. Esa es la cifra de personas en España que se ven afectadas por osteoporosis, según datos de la Organización Mundial de la Salud, una afectación ósea que se caracteriza por una disminución de la masa y un deterioro de la microarquitectura ósea. Mucho más presente en población de edad avanzada y, especialmente, en mujeres que ya han superado la menopausia, no son pocos los estudios que han demostrado que, precisamente, son las mujeres las más propensas a sufrir pérdida ósea. Concretamente, hasta cuatro veces más que los hombres. Sin embargo, la pregunta surge de inmediato: ¿a qué se debe esta diferencia tan significativa?
De entre todos los posibles indicios y teorías que puedan arrojar algo más de luz a la cuestión, ha surgido una que ha llamado especialmente la atención a la comunidad científica. Y es que es posible que la salud de nuestros huesos esté fuertemente vinculada con nuestras relaciones sociales.
Investigadores de la Universidad de Arizona en Tucson (EE.UU.) han publicado en la revista Journal of Epidemiology & Community Health un estudio donde se plantea la posibilidad de que las diferencias entre la salud ósea de dos individuos dependan en buena parte de la calidad (más que de la cantidad) de sus interacciones sociales. Esta aproximación no resulta del todo descabellada si tenemos en cuenta el factor del estrés psicológico. “El estrés psicológico puede incrementar el riesgo de sufrir fracturas como consecuencia de la reducción de la densidad de los minerales en los huesos. Altera la estructura ósea y estimula la remodelación del hueso a través de la desregulación de la segregación de hormonas, incluyendo el cortisol, las del tiroides, del crecimiento y los glucocorticoides.”, explican los investigadores.
Pero, ¿hasta qué punto podemos establecer una correlación entre este tipo de estrés y una consecuencia tan directa y notoria como es la pérdida de densidad ósea?
El estudio llevado a cabo por Shawna Follis, primera autora del estudio, y sus compañeros nos da una idea aproximada.
Tras analizar a lo largo de 6 años el estado de salud y los hábitos de vida de 11.020 mujeres con edades comprendidas entre los 50 y los 70 años (gracias a la base de datos del programa Women´s Health Initiative), los investigadores de la Universidad de Arizona hallaron cómo la presencia de altos niveles de estrés psicosocial se vinculaba con una baja densidad ósea, incluso ajustando los resultados a factores como el Índice de Masa Corporal, el tabaquismo, la ingesta de alcohol o la edad, entre otros. De los datos obtenidos, destacan cómo la tensión social se presenta como el estresor con mayor incidencia en la pérdida de densidad ósea. Tras elaborar una escala de medición con niveles del 1 al 5 con una puntuación máxima de 20, el equipo de investigadores encontró cómo por cada punto que una de las mujeres analizadas subía en la escala de tensión social, se correspondía a la cantidad de hueso perdido. Concretamente, un 0,082% más de pérdida en el hueso femoral del cuello, un 0,108% en la cadera y un 0,069% en la espina lumbar.
Aunque han sido cautos a la hora de presentar sus hallazgos como meras observaciones que no deben tomarse como una correlación definitiva causa-efecto, los investigadores nos recuerdan cómo el factor social debe tenerse muy en cuenta a la hora de seguir valorando la salud general y la ósea en particular de las personas mayores.