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Investigadores logran la animación suspendida por primera vez en un paciente

Innovación tecnológica
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A la hora de realizar viajes espaciales a los confines del universo, en la mayoría de las películas y libros de ciencia ficción siempre recurren a la misma técnica: la animación suspendida. Quizá fuese la saga Alien la que más popularizó esta técnica, un sueño que siempre ha fascinado a la ciencia y que parece que, a día de hoy, es toda una realidad clínica.

Y es que esta misma semana hemos conocido que un equipo de investigadores de la Universidad de Maryland (EE.UU.) ha logrado reparar las lesiones traumáticas de un paciente que, de no haber contado con esta técnica, habría fallecido inevitablemente.

Samuel Tisherman, de la Escuela de Medicina de la citada Universidad, ha explicado todo el proceso en la revista New Scientist.

Conocida como “Técnica de Preservación y Resurrección de Emergencia”, el procedimiento se aplica especialmente en pacientes con traumas agudos tales como heridas de bala o por arma blanca, los cuales suelen derivar en parada cardiaca como consecuencia de una considerable pérdida de sangre. Las intervenciones en este tipo de casos consisten en una lucha contra el reloj, disponiendo los profesionales médicos en la mayoría de los casos de apenas unos minutos para poder salvar una vida.

Es aquí donde entra en juego la animación suspendida.


Samuel Thiserman. Fuente: University of Maryland School of Medicine
 

Consistente en el enfriamento rápido del organismo de una persona (bajándolo a una temperatura de entre 10 y 15 centígrados) reemplazando la sangre por una solución salina helada, el proceso permite detener casi por completo la actividad cerebral, lo que supone que las células detengan casi por completo sus reacciones químicas. Esto es fundamental ya que no se produce una irreparable falta del oxígeno hacia el cerebro, sino que se reduce al mínimo, ampliando el margen de maniobra de los cirujanos de apenas unos minutos a aproximadamente dos horas antes de encontrarse en una situación de daño irreparable.

Partiendo de la base de estudios previos, donde se demostró que era posible enfriar con esta técnica a cerdos con traumas agudos, intervernirlos y después resucitarlos, Tisherman se muestra muy convencido ante el prometedor camino que abren los buenos resultados que están obteniendo en el Centro Médico de la Universidad de Maryland en Baltimore.