¿Quién no ha llegado ese lunes al trabajo después del cambio de hora completamente somnoliento, algo irritado, confundido ante esas siete de la tarde aún rebosante de luz? Seguro que esta semana más de uno/a lo ha experimentado. Como seguro que los que os hayáis embarcado en viajes de varias horas habréis experimentado el tan molesto “jet lag”, el hermano mayor del cambio horario. A priori, parece que todo son desventajas cuando hablamos de “viajar en el tiempo”, ya sea ganando o perdiendo horas. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad Northwestern (EE.UU), publicado la semana pasada en “Cell Reports”, podría haber hallado un efecto “beneficioso” para nuestro cerebro en este desfase horario al que de tanto en tanto nos sometemos.
Y todo gracias a la colaboración de la mosca de la fruta de la enfermedad de Huntington.
El doctor Ravi Allada, experto en ritmos circadianos del departamento de neurobiología de la citada universidad y autor principal del estudio, partió de la evidencia de que los pacientes con enfermedades neurodegenerativas a menudo experimentan severas interrupciones en sus ritmos circadianos o en los ciclos del sueño. Esto puede provocar en este tipo de pacientes que duerman más de lo normal o que pierdan la habilidad para mantener el sueño, así como puede derivar en sonambulismo, aumento de la agitación y estrés general.
“Sabemos desde hace bastante tiempo que un reloj (circadiano) interrumpido es un indicador temprano de una enfermedad neurodegenerativa”, afirma Allada. “En numerosos casos, la interrupción del sueño precede a cualquier otro síntoma. Pero hasta ahora no sabíamos si la interrupción circadiana era una causa de la enfermedad o una consecuencia de la misma.”
Para tratar de esclarecer esta cuestión, Allada recurrió a la mosca de la fruta de la enfermedad de Huntington, un modelo ampliamente estudiado de organismo tanto en materia de ritmos circadianos como de enfermedades neurodegenerativas. Estos insectos resultaron especialmente relevantes para el estudio ya que las neuronas que rigen sus ciclos del sueño presentan una increíble similitud con las humanas. Además, las moscas de la fruta dotadas del gen de Huntington mutado presentan síntomas similares a los de los seres humanos.
El equipo de Allada alteró los ritmos circadianos de las moscas de dos maneras: para un grupo, se modificó el entorno en que se encontraban, presentando ciclos de día-noche diferentes a los habituales. Esta alteración provocó que las moscas vivieran “jornadas”de 20 horas en lugar de las 24 habituales para su sistema. El segundo grupo se sometió a una mutación de un gen conocido por controlar el reloj circadiano.
En ambos casos, se agregaron menos cantidades de proteínas de la enfermedad de Huntington, resultando en una menor mortalidad de las neuronas. “Intuíamos que el reloj circadiano cumplía un importante en la enfermedad”, afirma Allada, “pero resultó que, finalmente, ha resultado relevante de una manera que no podíamos esperar.”
Con estos resultados sobre la mesa, el equipo de Allada fueron un paso más allá, monitorizando docenas de genes influidos por el reloj circadiano para lograr identificar aquellos que pudieran proteger de forma similar el cerebro contra enfermedades degenerativas. Gracias a ello descubrieron un gen en particular que, una vez desactivado, restauraba los relojes circadianos arrítmicos de las moscas, reduciendo la agregación de proteínas enfermas en el cerebro.
Pensando en posibles nuevas fases del estudio, el equipo de Allada ya se plantea probar este método en modelos de moca de la fruta de la enfermedad de Alzhéimer.