Joyas, botellas, vasos, falsas vidrieras… El cristal teñido o tintado es una de las técnicas más recurrentes a la hora de dotar de vistosidad a un sinfín de elementos del día a día. ¿Quién no ha entrado en un restaurante moderno (pero no mucho) y le han puesto uno de esos vasos para el agua que se venden en packs multicolor? ¿Quién no se ha terminado comprando un colgante azul cobalto con pocas posibilidades de no provocarte una reacción alérgica en menos de dos semanas por culpa del falso oro? Al margen de las filias y las fobias estéticas de cada uno/a, es posible que, precisamente parte de lo que compone todos estos utensilios pueda suponer una revolución en el mundo de la asepsis sanitaria en todo el mundo.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Aston en Birmingham (Reíno Unido), ha realizado un sorprendente descubrimiento al detectar cómo el cristal teñido posee propiedades potencialmente antimicrobianas, pudiendo convertirse en una alternativa mucho más económica a los materiales que actualmente se emplean en la fabricación de instrumental médico, permitiendo minimizar el riesgo de infección de los pacientes durante su estancia hospitalaria.
Publicado en la revista “ACS Biomaterials”, los investigadores, liderados por Richard Martin, doctor en Física de la citada universidad, crearon un cristal de biofosfato activo dotado de la capacidad de interactuar con tejidos biológicos. Dicho cristal se “tiñe” con óxido de cobalto, un componente químico utilizado como pigmento para crear tintes azules. De acuerdo con los investigadores, este nuevo cristal puede matar bacterias y hongos, incuyendo microbios que puedan ser o ya sean resistentes a los actuales tratamientos con antibióticos. Entre éstos, encontramos la escherichia coli, la candida albicans y el staphylococcus aureus.
Para lograr crear el cristal antimicrobiano, los investigadores procedieron a someter el cristal “teñido” con pequeñas cantidades de óxido de cobalto a un calor extremo (más de 1000ºC, enfriándolo rápidamente para prevenir su cristalización. Posteriormente, los investigadores probaron la interacción del material con las bacterias moliéndolo hasta pulverizarlo y observando sus efectos en varias muestras bacterianas y fúngicas en el laboratorio.
Los resultados fueron completamente sorprendentes: Martin y el resto de investigadores descubrieron que el cristal bioactivo con la mayor concentración de cobalto eliminó el E. coli transcurridas 6 horas desde su exposición y la C. albicans en 24 horas. También redujo los niveles de S. aureus en un 99% transcurridas también 24 horas.
Según los científicos, son los iones de metal que componen este nuevo material los causantes de que las paredes externad de los microbios se rompan, provocando que su contenido se “desangre.”
No cabe duda de que, de consolidarse los resultados, nos encontramos ante el material que podría dar pie a una de las grandes revoluciones sanitarias.